Últimamente me ha dado por las magdalenas, y es que no puedo evitarlo, me encantan, las encuentro perfectas para cualquier momento, desayunando con un café, a media mañana como tentempié, para merendar o cuando tienes un antojo de algo dulce.
De estas me hubiera gustado poneos más fotos para que vierais lo esponjositas que son, pero no llegué a tiempo, habían desaparecido todas. Según mi familia, son las mejores que he preparado hasta ahora, superesponjosas y nada pesadas, ¡se comen solas!
De estas me hubiera gustado poneos más fotos para que vierais lo esponjositas que son, pero no llegué a tiempo, habían desaparecido todas. Según mi familia, son las mejores que he preparado hasta ahora, superesponjosas y nada pesadas, ¡se comen solas!
Ingredientes
- 4 huevos
- 350g harina de repostería
- 120g leche
- 250g azúcar
- 250g aceite de girasol
- 1 pizca de sal
- Ralladura de un limón
- 1 sobre doble de gasificantes
NOTA: Los gasificantes los compro en el mercadona. Son dos sobres, uno con gasificante (bicarbonato sódico), y el otro con acidulantes (ácido málico y ácido tartárico). Si no se dispone de gasificantes se puede emplear un sobre de levadura química (tipo royal).
Elaboración
Separamos las claras de las yemas. Con un batidor eléctrico, móntamos las claras a punto de nieve con una pizca de sal y reservamos.
Blanqueamos las yemas con el azúcar y la ralladura de limón. Poco a poco, agregamos la leche y el aceite sin dejar de batir.
Cuando esté bien incorporado, añadimos la harina tamizada con los gasificantes/la levadura y mezclamos bien.
Por último, envolvemos la masa con las claras a punto de nieve.
Precalentamos el horno a 210º.
Mientras el horno adquiere temperatura enfriamos la masa en la nevera.
Repartimos la mezcla en los moldes para magdalenas y las horneamos durante 20 minutos a 190º.
Finalmente, las dejamos enfriar sobre una rejilla.